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Es fácil definirse a uno mismo como si fuéramos una única entidad. Como único objeto dentro de una realidad. “Esto soy yo. Eso es el mundo”. Esta manera de ver el mundo, definirlo, experimentarlo y vivirlo me ha parecido siempre errónea, incompleta.

Cuando nos deshacemos del peso de nuestras identidades, de la enorme y radical voluntad de nuestras decisiones y de todo lo que nos hace culturalmente humanos quedamos como simplemente una parte más de ese mundo, de esa realidad. No separados, no diferentes, sino lo mismo, una única entidad extremadamente compleja, donde todo se agita, mueve y siente.

En este sentido somos lo que nos rodea. En este sentido el espacio que habitamos y nosotros no es diferente. En este sentido influimos tanto como somos influidos en este juego comunicativo que es existir en un espacio y un tiempo determinados.

Esta serie trata de radicalizar la visión del “ser” para presentarlo como espacio. Al espacio como ser. Y desde la abstracción de las formas presentadas encontrar un terreno común desde el que vernos reflejados como parte de aquello que nos rodea, salvar esa distancia y extendernos. Se invita al silencio, se invita a respirar y sentirnos en ese mismo aire, siendo ésta tan sólo otra manera de abrazar.

ALLÍ

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